Escribo antes de que expresarse sea condena o delito.
Escribo porque no es que esté en mala época lírica sino porque
estoy parca en palabras ahorrando para no hablar por encima de mis
posibilidades.
Escribo porque estoy cansada de leer, de ver y de
conformarme. Y lo hago antes de que me roben las palabras, y de que si me las
devuelven, sean convertidas en acciones sin valor.
Escribo antes de que cometa un delito por manifestarme. Por
expresarme. Por sentir. Por vivir.
Escribo porque estoy cansada de que sólo nos movamos cuando
la mierda huele y nos ha cubierto los pies. De que paguen justos por pecadores.
De que se trate peor al que roba pañales
para sus hijos, que al que roba nuestros ahorros. De que hijos, yernos, y la
mula en el establo nos tomen por tontos. De que sigamos dejándoles chupar del
bote. De ver marchar a gente que queremos por no poder estar donde no nos
dejan. De que nos estemos resignando, conformando, humillando, por no tener valentía
para defender lo que es nuestro y no de ellos. De que nos dejemos engañar escuchando
lo que ellos nos quieren contar. De quejarnos sin dejar huella. De llevar
grilletes mentales en las muñecas. De creer tener miedo. De que se crean que se lo
tenemos.
Escribo porque no me resigno a pensar que esto acaba aquí. Que
haremos algo antes de no quedar ninguno. De saber que la lucha no ha sido
vencida por quejas en 140 caracteres de Twitter. De que despertareis. De que
levantareis. De que lucharemos.
Escribo porque os espero.
Y mientras….por eso escribo.
Este es uno de los textos que mejor has escrito en este Blog querida amiga.
ResponderEliminarMuchas veces nos preguntamos por qué una persona llega a estar en la calle, llega a llevar la ropa sucia o roída, por qué se queda sin comer, la echan de su casa o se marcha a otro país con los ojos llenos de lágrimas...
Ahora estoy empezando a comprender, que esa persona llega a esa situación porque la hemos estado viendo mucho tiempo cómo vivía ahogada por las deudas, las facturas, la hipoteca... cómo entraba en paro y agotaba todas las ayudas, cómo pedía trabajo y no se lo daban... cómo nos miraba con resignación sin saber qué hacer o decir para solucionar su vida... y, es que, quizás esa persona no habría llegado a esa situación, si los seres humanos fueran de verdad una comunidad solidaria, en la que se ayudasen unos a otros y ninguno dejase caer al prójimo por mucho que hubiera que ayudarse.
En definitiva, si nos quitan la libertad, la alegría, la felicidad, los derechos, el trabajo, las ilusiones y las ganas de vivir, es, en parte, culpa de todos que nos hemos dejado comer por el miedo, las responsabilidades y por creer que no hay otro mundo mejor que sea posible...